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Recomendaciones para padres de ajedrecistas

Un niño que práctica el ajedrez desarrollará algunas cualidades que potencien su capacidad, pero si empieza a competir, sobre todo, surgirán situaciones en las que los padres se sentirán perdidos.

Por ejemplo, un error tan típico como bienintencionado, es decir el habitual «No pasa nada» para menguar alguna derrota.

Los padres de niños ajedrecistas, encontrarán en estas recomendaciones una ayuda muy valiosa, que aborda el difícil asunto de cómo comportarse después de perder una partida. También tras lograr una victoria, que parece más fácil de llevar pero también resulta delicado.


Lo que sea del Cesar al Cesar…

Todos los aspectos técnicos deben quedar en manos del entrenador. Es vital que padres y entrenadores vayamos en la misma dirección y no emitamos mensajes que pueden ser contradictorios. Parece sencillo, pero incluso el cine ha tratado las tensiones que se pueden producir en este terreno, como pueden verlo en la excelente película «En busca de Bobby Fischer».


Una escena de la película «En busca de Bobby Fischer»


El rating o Elo, es el sistema de puntuación que utilizan todas las federaciones del mundo para clasificar a los jugadores. El primer paso que deben dar los padres es entender la complejidad de este número de cuatro cifras. El segundo es hablar de él lo menos posible y, ante cualquier duda, preguntar al entrenador.


La comunicación entre padres y entrenadores debe ser constante. Ambos deben delimitar perfectamente sus papeles. Por supuesto, los padres no deben entrometerse en los aspectos técnicos, como hacía Rustam Kamsky cuando pretendía decirles a los entrenadores qué aperturas debían preparar para su hijo, el antiguo niño prodigio Gata Kamsky. El chico llegó a ser finalista del Campeonato Mundial de la FIDE, luego se retiró durante varios años. No me pregunten el por qué.


El gran maestro Gata Kamsky


De las partidas perdidas…

¿Por qué no es bueno decir «No pasa nada»?

Su hijo está afectado por el resultado de la partida, ya que no es solo un número (1, 1⁄2, 0) es mucho más, es el esfuerzo que se esconde detrás: horas de entrenamiento, ilusiones, trabajo realizado, etc. Si el mensaje que recibe cuando termina la partida es “no pasa nada” no se sentirá nada comprendido. Es por eso que tomar una actitud comprensiva más que inquisitiva ayudará a paliar la frustración, por ejemplo:

“Entiendo que te sientas muy molesto, es totalmente normal, vamos a despejarnos un poco y si quieres me cuentas cómo te sientes” hará que el niño se sienta entendido ante ese sentimiento de frustración.

Entonces, ¿qué debemos hacer?

Apoyar a nuestro hijo: ofrecerle un tiempo para que pueda volver a la calma y, posteriormente, hablar de su experiencia o de otros temas ajenos al ajedrez. Entre otras cosas, es fundamental que los niños no sientan que defraudan a sus padres. Por eso, su comportamiento debe ser igual después de la partida, independientemente del resultado.

De los varios consejos a la hora de terminar una partida, destaco este, porque si fuera una norma de la vida el mundo sería mucho mejor:

Hay que insistir para que los niños analicen sus partidas, tanto si ganan como si pierden, con su rival. De esta forma estamos trabajando (aparte del enorme aprendizaje ajedrecístico que conlleva comentar la partida con el adversario) la forma de enfrentarse a la derrota y la responsabilidad de perder.


Hay una serie de pautas para potenciar y desarrollar la autoconfianza de los jóvenes jugadores. Destaco unas pocas:

-Escuchar a los hijos con atención e interés cuando cuenten algo sobre el deporte que practica.

-Preguntar al hijo para favorecer su reflexión, a fin de que saque conclusiones y tome decisiones, en lugar de darles soluciones.

-No exigirle resultados deportivos.

-Mostrarle comprensión y apoyo cuando pase por un mal momento. Escucharle y comprenderle es mucho más útil que opinar sobre lo que te cuenta o lo que ha ocurrido.

-Evitar recriminar, compadecer o proteger en exceso al hijo.

Cuestionarnos a nosotros mismos, ya sea como entrenadores o como padres también nos permite reconocer nuestros errores y enmendarlos. De otra forma el joven ajedrecista terminará abandonando la práctica del ajedrez.


Recomiendo reflexionar estás dos cuestiones:

-¿Cómo le gustaría que su hijo se comportará después de cada partida?

-¿Cómo puede ser un mejor ejemplo para su hijo?

Recuerden, algunas personas cercanas al entorno ajedrecístico entrarán y saldrán de su vida pero ustedes serán sus padres durante toda esta.


Predicar con el ejemplo es lo más importante, por lo que la manera de expresarse como padres, prácticamente incide en la mentalidad del hijo. En otras palabras, los niños son una pequeña versión de los adultos, seamos más conscientes de nuestro modo de comportamiento y de expresión.

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